Bastantes medios de comunicación se han hecho eco del malestar generado en las bases socialistas por esta designación para el Congreso por Madrid in extremis del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. No vamos a discutir sobre la vocación, cuando no obsesión, de gobierno del partido de la socialdemocracia española; el partido promonárquico de Rubalcaba; el partido que amenazó con suprimir los derechos a la Iglesia y que anunció en balde la derogación de la reforma laboral para luego colocar guirnaldas.
Ahora esto no toca.
Vamos a discutir sobre el fichaje mediático de la señora Irene Lozano. La primera pregunta, y la segunda, que me hago, es: ¿normal? ¿Tendencia? Resuelvo que sí. Y por un motivo obvio. Ahora toca ponerse la gorrilla de pedagogo empedernido.
Recuerdo que, años atrás, lo que más me impactó al recorrer la historia parlamentaria (Teoría del derecho), es que los partidos políticos (dada la influencia de éstos en la historia parlamentaria y en el ámbito al menos de las democracias occidentales) han cambiado hasta configurar tres estados diferenciados:
a)
Partido de notables.
b)
Partido de masas.
c)
Partido representativo.
De modo intuitivo, no nos será difícil adivinar que el partido socialista ha navegado fundamentalmente en el caso "b": el partido de masas. Aupado por centenares de miles de afiliados que arroparon a Felipe González durante la década de los ochenta, desde el nuevo milenio vemos experimentar una bajada afiliativa del partido del "abuelo". Y es que Pablo Iglesias supo cimentar un partido que nació con vocación de defensa de los intereses de los obreros. Por las horas me van a permitir que no ahonde en cada concepto, pero huelga decir que la disciplina partidista y la fidelidad ideológica es inversamente proporcional conforme nos acercamos a la letra "c".
Por otro lado, y dado el rigor del invierno al que estuvimos sometidos por la dictadura, hemos visto crecer el Estado del bienestar a caballo entre la teoría de Keynes y la profesionalización de las administraciones públicas (un híbrido macabro de dos corrientes antagónicas) en apenas 20 años. Por lo que la precipitación y la convulsión son bien conocidas en nuestra tierra.
Para terminar, y aunque en un principio la conexión pueda parecer complicada por implicar conceptos de componentes institucionales y cultura democrática, además de omitir variables con el único fin de elaborar un post breve, éstas y otras variables se conjugan para hacer del Psoe un partido que olvida a sus militantes para buscar recursos telegénicos que le allanen el camino a la Moncloa, sin vínculos ideológicos y con profunda determinación atrapalotodo en el que lo mismo le da ocho que ochenta con tal de granjearse la confianza pasajera del votante.
Lo vimos con Gabilondo y ahora se repite con Zaida y Lozano. ¿Quieren este Psoe?
RIP militantes. Siempre habrá un buzón para vosotros.
![]() |
Irene Lozano, ex-Diputada de Upyd y azote del bipartidismo |
Fotografia: elconfidencialdigital.com